He conocido empresarios que tienen un pésimo sistema de selección de personal: recurren a sus contactos privados, con frecuencia pertenecientes a su esfera de amistades íntimas. ¿Que por qué creo que este sistema es muy malo? Algunos ejemplos, de los muchos vividos, para ilustrarlo. Hablan por sí solos.
1. Necesitamos substituir a la señora de la limpieza. La recepcionista de la empresa nos ofrece a su madre. Estamos muy satisfechos con la chica, por lo que pensamos que la madre será una buena opción. Pasan los meses y se detectan pequeños hurtos. Se instalan cámaras que demuestran que los realiza la nueva señora de la limpieza. Resultado: madre e hija, que intenta defender a su madre, fuera de la empresa.
2. Un empresario necesita cubrir un puesto de confianza. Su esposa le propone contratar a su mejor amiga. Los dos matrimonios pasan juntos, desde hace muchos años, vacaciones, cenas de Nochevieja y otras celebraciones. La amiga resulta ser una persona que aporta poco y genera muchas tensiones con el resto del equipo. El empresario se tiene que plantear despedirla, con lo que se le abren diversos problemas.
3. Otro empresario contrata a un viejo amigo, que se encuentra en paro. La arrogancia y el bajo rendimiento del amigo genera problemas con el resto de la plantilla. Prescindir de él comporta la pérdida de una amistad que venía de la infancia.
Estos pocos casos, en los que no he incluido los protagonizados por familiares del empresario, a los que ya me he referido en otras ocasiones, ponen de manifiesto que se puede generar un problema mucho mayor que la solución que se pretendía alcanzar.
En algunas empresas existe la norma que, si dos empleados inician una relación de pareja, uno de los dos tiene que dejar la compañía. Puede parecer exagerado, pero seguro que evita riesgos de todo tipo.
Una vez más, propugno la idea de que las decisiones hay que tomarlas con método. Si se trata de incorporar a alguien, recurramos al servicio de profesionales que generarán muchas más candidaturas, las evaluarán imparcialmente, tendrán en cuenta todos los matices y nos propondrán un número reducido de alternativas adecuadas. Hacerlo directamente a través de nuestros contactos personales es reduccionista y nocivo para la moral del equipo, que ve con recelo este tipo de contrataciones, sospechosas de parcialidad a la hora de evaluar el desempeño.
Resumiendo, si nos gusta el “bricolaje”, reservémoslo para el fin de semana y en casa. En la empresa apoyémonos en servicios profesionales de confianza, es mucho más barato.
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