¿Te ha sucedido a ti? ¿Lo que empezó casi sin pretenderlo acabó siendo un negocio?
Muchos nuevos empresarios han empezado a partir de una afición o una situación personal o familiar determinada. Y, cuando se han dado cuenta, se han visto envueltos en un mundo de IVA, IRPF, contabilidad, selección de empleados, financiación, contratos,… En definitiva, tienen que afrontar una vida para la que no se habían preparado ni técnica ni emocionalmente.
Otros tenían un sueño y energía suficiente para emprender un proyecto personal, y ahora se dan cuenta de que tienen que incorporar otras armas para consolidarlo. La ilusión y la dedicación son condición imprescindibles, pero no suficientes.
Evolucionar de emprendedor a empresario requiere, ante todo, un punto de humildad para aceptar las propias limitaciones y entender que la situación aconseja la aplicación de sistemas de gestión y método orientado a instaurar rutinas positivas. Rutinas como administración del tiempo, planificación, control, división de funciones, delegación,…
Pero, alerta, conviene no confundir los papeles. No interesa dejar de asumir el rol intransferible de empresario para dedicarse a tareas administrativas y perfectamente delegables.
Mi opinión es que nunca es demasiado pronto para implantar estilos de gestión saludables en las actividades empresariales.
Si estás en esta situación, ponte en contacto conmigo. Puedo y quiero ser tu copiloto.
Deje su comentario